Evitar la disgregación comercial

Muchas ciudades han “deslocalizado” su actividad comercial hacia zonas industriales o periféricas, promoviendo centros comerciales donde los ciudadanos pasan a reducirse a “consumidores”, ya que todo está pensado para ellos. Crean una movilidad distinta: el comercio de proximidad genera mucho menos tráfico a motor que los centros periféricos.

Alimentos frescos

Una de las claves de la calidad de vida es el acceso a los alimentos frescos, característicos de supermercados o tiendas de provisión cotidiana para la ciudadanía. La estructura urbana de este tipo de establecimientos es muy tupida, de tal forma que las personas pueden prescindir de comprar en grandes superficies para realizar compras perecederas. La movilidad peatonal urbana y cómoda permite utilizar estos establecimientos con facilidad. Muchos de ellos ofrecen un servicio rápido a domicilio o permiten llevarse el carrito a casa.

De compras a pie

Un sondeo urbano realizado en 2016 revela que más del 90% de las personas que viven en el centro urbano realizan sus compras cotidianas en radios de proximidad a sus domicilios. Solo existe un gran centro comercial periférico, al que menos del 20% de los habitantes de la ciudad acuden una vez al mes, así como a otros supermercados de menor tamaño ubicados en la periferia que disponen de aparcamiento propio.

Una economía fuerte

La economía terciaria creció en Pontevedra 7,1 puntos porcentuales entre los años 2001 y 2015, un periodo en el que se llevó a cabo la mayor parte de la reforma urbana. Sectores como el comercio, la hostelería o los servicios, que se ubican sobre todo en las zonas liberadas de automóviles, han experimentado un desarrollo notable, aun teniendo en cuenta los profundos cambios macroeconómicos de esos años, unidos a una profunda crisis que ha afectado a todo el Estado español.